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domingo, mayo 19, 2024

Reforma tributaria: aunque insuficiente, es un avance

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La reforma tributaria es insuficiente pero logra algo inédito: que aumente la contribución del sector agroexportador al erario público, manteniendo las ventajas comparativas del país y su posicionamiento competitivo en el mercado. Es mentira que los «comunes» pagarán más.

A partir de 2003, la situación económica y social ha venido mejorando, sobre todo en lo que refiere al ordenamiento macroeconómico y a la reducción de la pobreza (en 2003 la pobreza era de 51% y actualmente es 26,40%, según la DGEEC).

Sin embargo, las fuertes desigualdades continúan y se manifiestan en varios ámbitos: acceso a los servicios públicos, a la vivienda, a la tierra, a un trabajo formal y a un ingreso digno.

Mientras millones de paraguayos luchan día a día por salir adelante (cada vez con mejores posibilidades, hay que decirlo), hay un porcentaje mínimo de privilegiados que se benefician de las enormes potencialidades del país, aunque sin retribuirle en la misma medida.

Los paraguayos conquistamos en 1989 la democracia, pero todavía queda pendiente una reforma tributaria que configure un país más justo para todos los ciudadanos.

La mayor parte del ingreso fiscal proviene del IVA, un impuesto indirecto que pagamos todo por igual, sin distinción de nivel de ingreso. Así, porcentualmente los pobres contribuyen con una porción mayor de sus remuneraciones. Para dejarlo en claro, 100 mil guaraníes no representan lo mismo para un campesino de Canindeyú que para un ejecutivo de una importante financiera.

Los que estamos a favor del progreso del país, estamos todos de acuerdo en que se necesita una reforma tributaria de raíz, que imponga mayores criterios de equidad, para que el gane más contribuya más, teniendo siempre en cuenta la competitividad de nuestra economía.

Ahora bien, el que gana más, por lo general y lastimosamente, suele tener mayor capacidad de presión para imponer sus propios intereses particulares. Es por ello, básicamente, que en el Paraguay no existe una estructura tributaria más justa como la que sí existe, por ejemplo, en Alemania o en países del llamado «primer mundo» capitalista.

Por eso, consideramos que hay que defender, aunque de manera crítica, el actual proyecto de ley que acaba de ser aprobado en el Senado, el cual simplifica los mecanismos de recaudación impositiva y elimina determinadas exoneraciones injustificadas.

Aunque esto pueda parecer insuficiente, es un avance, sin lugar a dudas. Logrará que aumente la contribución del sector agroexportador al erario público, manteniendo las ventajas comparativas del país y su posicionamiento competitivo en el mercado.

Debe decirse que esto es algo inédito, porque ningún gobierno en la democracia ha conseguido que estos sectores aumenten su participación en los aportes al fisco, ni siquiera el de Fernando Lugo, quien al igual que toda su bancada votó en contra de esta medida, en una renovada muestra de su demagogia. Que quede claro: Lugo y el Frente Guasú votaron alineados a los grandes intereses de los agronegocios.

Por otra parte, queremos hacer frente a la campaña de desinformación, según la cual supuestamente los «comunes» pagarán más impuestos. Nada más falso. En todo caso, seguirán pagando lo mismo que ahora. Los únicos verdaderamente afectados serán los más acaudalados del país:

  • El IVA permanece igual, no se tocará.
  • Se aumentarán impuestos a productos nocivos para la salud, como en cualquier país serio del mundo.
  • Se crea un impuesto para los accionistas de empresas (impuesto a los dividendos y utilidades)
  • El impuesto a la renta personal (IRP) se pagará a partir de un ingreso de 80 millones de guaraníes anuales, y afectaría a menos personas de las que afecta actualmente.
  • Recae sobre los agronegocios (como la producción de soja) . Se les acabará el privilegio del reintegro por IVA.

Finalmente, el argumento de que «mejor que aumentar la recaudación es bajar el gasto público» es, quizás, el emblema de la hipocresía y, en este caso, del desprecio hacia el pueblo paraguayo ¿Por qué? Porque lo que se busca defender es que, si el gasto es malo, lo sigan pagando los que menos tienen, es decir, que el fisco se siga financiando a través de impuestos regresivos.

Este «argumento» aplicado como una suerte de dogma no tiene en cuenta el momento histórico que vive nuestro país, por los compromisos que debe enfrentar ante un aumento del 60% del endeudamiento externo durante el último gobierno. Si no hay una reforma, cada vez habrá menos disponibilidad financiera para la salud, la educación, la seguridad y los servicios públicos, puesto que un porcentaje cada vez más grande de las recaudaciones se destinará a honrar nuestras deudas.

Los paraguayos estamos cansados de los hipócritas en el Senado, en Diputados y en el periodismo. Los políticos y los comunicadores tienen muchos intereses que no aclaran y ofician, muchas veces, como simples voceros de poderes fácticos.

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