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miércoles, mayo 1, 2024

Hugo Velázquez en la era de los vicepresidentes

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Estamos viviendo un contexto en el que la figura del vicepresidente se fortalece en los países de la región, por diferentes motivos, algunos institucionales, otros meramente coyunturales.

En Brasil, el vicepresidente Hamilton Mourão crece día a día en protagonismo. Con agenda propia en varios temas, especialmente internacionales, se posiciona como la figura racional y pragmática del gobierno de Bolsonaro.

En Argentina, de cara a las elecciones presidenciales de este año, las decisiones que movieron el tablero político tienen que ver con la elección del candidato a vicepresidente. Tanto Miguel Pichetto, quien acompaña a Mauricio Macri, como Cristina Kirchner, compañera de formula de Alberto Fernández, son figuras con mucho protagonismo y experiencia política.

Paraguay no escapa a esta dinámica.

Según publicaciones de diferentes medios de prensa, Hugo Velázquez se encuentra en una fase ascendente de acumulación de poder dentro del gobierno.

En menos de un año, se convirtió en el negociador de los acuerdos y pactos más importantes. Desde la conformación de las mesas directivas en el ámbito legislativo, pasando por acuerdos electorales y leyes fundamentales que impulsa el poder ejecutivo.

Fue el artífice de la mayor victoria política del gobierno hasta el momento: la conformación de una mayoría legislativa -el denominado cartoabdollanismo– para avanzar en una reforma tributaria. La medida es urgente para el gobierno, por los compromisos que debe afrontar el Estado paraguayo ante sus acreedores.

La consecuencia inmediata es el desdibujamiento de otros actores que desempeñan funciones netamente políticas, como por ejemplo Julio Ullón y Daniel Centurion. El alto protagonismo del vicepresidente hizo que ambos se vuelvan figuras decorativas, sobre todo en lo que respecta al peso en la toma de decisiones sobre cuestiones de Estado.

La hipótesis que entusiasma a Hugo Velázquez es el compromiso que asumió el presidente de ser senador vitalicio al culminar su mandato. Esto significa para el actual presidente un retiro asegurado de la política en 2023, además de una disminución considerable de su influencia para designar un sucesor.

Además, al estar descartada toda ambición reelecionaria de parte de Marito, se presume que no se dará la habitual disputa entre presidente y vicepresidente. De ese modo, se logra evitar un drama que ha tensionado a todos los gobiernos de la transición democrática.

Por el contrario, la decisión de no disputar políticamente el 2023 tiene consecuencias mayores sobre otras figuras de la ANR. No solo deja fuera de la lucha a Marito, también deja fuera a dos figuras de peso nacional: Horacio Cartes y Nicanor Duarte Frutos.

Así, por primera vez en la historia tenemos un gobierno que buscaría normalizar la relación entre ambos actores del ejecutivo, inaugurando quizás un ciclo de mayor institucionalidad. 

Por otra parte, en el movimiento oficialista Colorado Añeteté, únicamente Marito tiene un peso de alcance nacional. El resto de sus dirigentes son líderes departamentales importantes, pero limitados localmente en sus respectivos liderazgos. A nivel nacional, no hay un solo dirigente puramente «añeteté» con proyección para el próximo mandato.

En este contexto, avanza el vicepresidente con astucia, sigilo y determinación. 

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