El 31 de agosto de 1867 moría en París el poeta “maldito” Charles Baudelaire, figura del simbolismo francés.
Nacido el 9 de abril de 1921 en la capital francesa, hijo de Joseph- François Baudelaire, un hombre de 70 años ligado a la cultura y a la política quien lo acercó a las letras, y de Caroline Dufays, una joven nacida en Inglaterra de quien aprendió el idioma inglés.
A los 5 años de vida, su padre fallece y su madre recompone su vida rápidamente. Este hecho marcaría la vida del pequeño Charles para siempre, pues lo sintió como un abandono y la melancolía se hizo parte de él.
El nuevo marido de su madre, un coronel del ejército francés, impregnó con su ideología rígida y conservadora al nuevo hogar. Pero Charles Baudelaire siempre fue un bohemio atravesado por la sensibilidad de su padre.
Esta situación lo alejó cada vez más de su madre y le generaría problemas con las autoridades escolares. Apenas si consigue terminar el bachillerato.
Terminando su adolescencia, Baudelaire comienza a frecuentar los círculos bohemios y a consumir alcohol. Su vida desordenada y desprejuiciada causaba escándalo en la alta sociedad francesa en la cual había nacido y crecido. Sus amistades también fueron excéntricas para la época.
Tuvo una relación amorosa con una mulata, Jeanne Duval, a quien dedicó algunos de sus poemas.
Tradujo al francés la obra de Edgar Allan Poe, otro escritor bohemio y melancólico, el cual ejerció una gran influencia sobre él.
Fue uno de los fundadores del llamado “simbolismo”, un movimiento literario de finales del s. XIX. El simbolismo buscó dar materialidad a las ideas, reconciliando lo sensible con lo inteligible. Más que expresar las vivencias del poeta, se propuso construir un lenguaje poético en el que la expresión se manifieste con autonomía.
Baudelaire representa la figura del « flâneur parisien » (el errante parisino), ya que no tenía un domicilio fijo y gozaba de pasear por los bulevares de la París de los círculos artísticos y literarios. En este sentido, fue una antítesis del burgués tradicional.
Charles Baudelaire muere un día como hoy, en 1867, enfermo de sífilis, a los 46 años.
Poeta maldito, bohemio y provocador en su época, actualmente es considerado un clásico de las letras.
Compartimos con Uds. uno de sus poemas más emblemáticos, “El himno a la belleza” (poema N 21 de Las flores del mal, publicado en 1857), donde buscó separar la estética de la moral, realizando una apología de lo bello por sí mismo.
¿Vienes del cielo profundo o surges del abismo,
Oh, Belleza? Tu mirada infernal y divina,
Vuelca confusamente el beneficio y el crimen,
Y se puede, por eso, compararte con el vino.
Tú contienes en tu mirada el ocaso y la aurora;
Tú esparces perfumes como una tarde tempestuosa;
Tus besos son un filtro y tu boca un ánfora
Que tornan al héroe flojo y al niño valiente.
¿Surges tú del abismo negro o desciendes de los astros?
El Destino encantado sigue tus faldas como un perro;
Tú siembras al azar la alegría y los desastres,
Y gobiernas todo y no respondes de nada,
Tú marchas sobre muertos, Belleza, de los que te burlas;
De tus joyas el Horror no es lo menos encantador,
Y la Muerte, entre tus más caros dijes,
Sobre tu vientre orgulloso danza amorosamente.
El efímero deslumbrado marcha hacia ti, candela,
Crepita, arde y dice: ¡Bendigamos esta antorcha!
El enamorado, jadeante, inclinado sobre su bella
Tiene el aspecto de un moribundo acariciando su tumba.
Que procedas del cielo o del infierno, qué importa,
¡Oh, Belleza! ¡monstruo enorme, horroroso, ingenuo!
Si tu mirada, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta
De un infinito que amo y jamás he conocido?
De Satán o de Dios ¿qué importa? Ángel o Sirena,
¿Qué importa si, tornas —hada con ojos de terciopelo,
Ritmo, perfume, fulgor ¡oh, mi única reina!—
El universo menos horrible y los instantes menos pesados?
