Sectores productivos presionan al gobierno para incrementar el intercambio comercial con el gigante asiático. Cancillería continúa dilatando una cuestión de alta sensibilidad en materia de acceso al mayor mercado del mundo.
Desde hace meses, años en realidad, el sector productivo e industrial paraguayo reclama al gobierno que promueva una política de acercamiento a la República Popular China, dadas las enormes potencialidades que ese gigante asiático ofrece a nuestro país en materia de acceso a nuevos mercados.
La última vez que el Paraguay abrió un gran mercado para nuestro país fue en 2005, cuando se suscribió un acuerdo comercial entre el Mercosur y la India que posibilitó el ingreso de la soja nacional a aquel mercado que supera los 1.000 millones de habitantes. Dada esa importancia estratégica, el gobierno de la época decidió instalar una embajada en Nueva Dehli.
El caso de China Continental es paradigmático. Según medios de comunicación nacionales y estadísticas oficiales, el déficit en el intercambio comercial que tuvo el Paraguay con China Continental el año pasado fue de USD 3.422 millones; o sea, se importó 124 veces más que el valor de lo que se exportó a ese país, según cifras que expuso el sistema de Servicio de Comercio Exterior (Sicex) del Banco Central del Paraguay.
Días pasados, el titular de la ARP, Luis Villasanti, advirtió que Paraguay no puede seguir estando sujeto a un país (por Taiwán) que sólo posee un cupo de 20.000 toneladas para el mercado de la carne paraguaya, mientras que el otro (por China Continental) podría llegar a conceder un cupo de 500.000 toneladas.
“Tenemos que ver la exigencia de China, o, de lo contrario, exigir a Taiwán que nos compre 150.000 toneladas, y que nos pague un precio a nuestra carne prémium”, sostuvo Villasanti, según publicó el diario Última Hora.
El ministro de Agricultura, Denis Lichi trató de calmar los ánimos, señalando que en noviembre próximo se realizará en China Popular una reunión de ministros de Agricultura, ocasión en que buscará abrir nuevas puertas a ese importantísimo mercado.
Sin embargo, en términos diplomáticos esa gestión no alcanza, ella debe ser acompañada de una gestión diplomática de mediana intensidad que, sin poner en riesgo el vínculo histórico con Taiwán, abra el mercado chino continental a la producción paraguaya.
Durante la administración de Fernando Lugo se manejó la posibilidad de habilitar una oficina comercial en Shangai, hecho que finalmente no pudo concretarse por la presión taiwanesa sobre autoridades nacionales.
Lo que los analistas señalan que debe explicársele a Taiwán es que ser amigos suyos no necesariamente debe implicar ser enemigos de Beijing, ya que es el pragmatismo que beneficie a la producción paraguaya el que debe orientar la política exterior del gobierno. De hecho, los propios taiwaneses mantienen sólidas inversiones y un fluido intercambio comercial con su rival político.
La pregunta, pues es: hasta cuándo la Cancillería seguirá haciendo de cuenta que China Continental no representa un Estado para nuestro país e ignorando a una gran nación que constituye un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la segunda economía mundial
