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jueves, marzo 28, 2024

Bolivia: cronología y análisis de un golpe de Estado

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No existe controversia constitucional que justifique la intromisión de fuerzas públicas en la vida política de nuestras sociedades. Por esa razón, lo ocurrido en Bolivia solo merece el nombre de golpe de Estado.

 

Después de semanas de protestas y disturbios provocados por un controvertido proceso electoral que le otorgó un cuarto mandato, Evo Morales, el presidente con mandato activo más largo de América Latina, renunció ayer.

Aunque los bolivianos se pronunciaron contra la posibilidad de una nueva reelección en un referéndum en 2016, una decisión judicial de 2017 le allanó el camino a Morales para volver a candidatearse de todos modos.

Los resultados electorales del 20 de octubre, que según la OEA se vieron empañados por irregularidades, le dieron un pequeño margen para evitar una segunda vuelta contra el ex presidente Carlos Mesa.

Si bien el término del mandato actual de Evo estaba previsto para enero, con la sublevación de la Policía y los Militares, los sucesos se anticiparon y dieron fin al proceso democrático del vecino país.

¿Qué fue lo que pasó desde las elecciones hasta ayer?

El día 20 de octubre se llevó a cabo la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Bolivia. Para evitar una segunda vuelta, un candidato necesitaba ganar por más del 50 por ciento de los votos o un mínimo del 40 por ciento con más de 10 puntos de ventaja sobre el principal rival.

Por la noche, un conteo rápido preliminar basado en el 83.8 por ciento de los votos mostró que Evo Morales lideraba con el 45.3 por ciento frente al 38.2 por ciento de Mesa, cuando aproximadamente a las 8 p.m. hora local, el recuento de votos se congeló.

Dicho resultado habría significado la primera votación de segunda vuelta de Bolivia desde que se introdujo ese sistema en la Constitución de 2009.

El 21 de octubre, casi un día completo después del estancamiento de los conteos preliminares, el sitio web del órgano electoral boliviano comenzó a publicar el conteo nuevamente, mostrando a Morales alcanzando una diferencia de 10 puntos necesaria para evitar la segunda vuelta. La Organización de Estados Americanos (OEA) expresó su preocupación por los nuevos resultados, describiendo el cambio como «drástico e inexplicable» y pidió respeto por la «voluntad de los ciudadanos». Después de esto, las protestas estallaron en todo el país.

Ya el 23 de octubre, Morales denuncia el armado de un golpe de estado contra él, con la oposición respaldada por actores internacionales. Mientras tanto, la OEA recomienda que, dada la controversia electoral, se realice una segunda vuelta independientemente del resultado de la primera ronda.

El día 24 de octubre el organismo electoral publica los resultados de un conteo casi completo que, con el 99.74 por ciento de los votos contados, le da a Morales el 47.05 por ciento contra el 36.53 por ciento de Mesa.

El presidente se declara ganador de un cuarto mandato consecutivo. Mesa se negó a reconocer el resultado. La Unión Europea (UE) se unió a la OEA para instar a una segunda vuelta. Argentina, Brasil, Colombia y Estados Unidos emitieron una comunicación conjunta haciendo lo mismo. Otros países, incluidos Cuba, Venezuela y México, respaldan la victoria de Morales.

El 25 de octubre, con el recuento final de todos los votos que muestran que Morales obtuvo el 10.56 por ciento sobre Mesa, el Tribunal Electoral de Bolivia declaró a Morales como el ganador. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, respalda una auditoría electoral de la OEA, que Morales al día siguiente dice que aceptaría mientras las protestas no cesan.

El sábado, 9 de noviembre, después de que las noticias de motines policiales en algunas ciudades bolivianas como Cochabamba, Santa Cruz y Sucre comienzan a surgir, las fuerzas policiales en otras ciudades -incluida la capital,La Paz- hicieron lo mismo. La presión aumentó sobre el gobierno de Morales cuando el ejército hizo lo mismo, diciendo que no enfrentará a los manifestantes.

Ayer la OEA publicaba sus hallazgos preliminares resultantes de la auditoría electoral y sostenía que no podía verificar los resultados, ya que había encontrado evidencia de irregularidades y manipulaciones del sistema de votación. Así que consideró estadísticamente poco probable que Morales hubiera asegurado una diferencia de 10 puntos con Mesa.

Ante el anuncio de la OEA, Morales dijo que convocaría nuevas elecciones con un cuerpo electoral reformado. Pero por la tarde, el jefe de las fuerzas armadas, el general Williams Kaliman, pidió a Morales que renunciara para restablecer la paz social.

Alrededor de las 5 p.m. hora local, Morales renunció, afirmando que «ha habido un golpe cívico, político y policial». Su vice, Álvaro García Linera, y varios otros funcionarios también renunciaron, sin dejar en claro quién se encargaría de la sucesión presidencial.

Después de estos anuncios se inició una cacería de funcionarios estatales, incluidos familiares del depuesto presidente, cuya casa fue saqueada por grupos vandálicos y las filmaciones fueron posteadas en las redes sociales como una especie de trofeo de guerra.

Sin dudas, estos hechos conmueven a gran parte de América Latina. Muchos jefes de Estado y líderes políticos, incluso europeos, han denunciado el atropello al orden constitucional ocurrido en Bolivia, teniendo en cuenta que el presidente Morales aun tenía mandato vigente hasta enero del 2020.

Aunque es cierto que existieron cuestionamientos a la resolución judicial que autorizó la ultima candidatura de Evo Morales, también es necesario decir que todos los sectores políticos bolivianos avalaron la competencia electoral, presentándose y compitiendo contra el oficialismo, incluso por la OEA, que participó como observadora del proceso.

Lo preocupante de este tipo de sucesos es que se normalizan situaciones como el sublevamiento de las fuerzas de seguridad como la Policía y la participación activa de la milicia “aconsejando” la renuncia de un presidente, alejándose de la condición de no deliberancia que es la que rige para las fuerzas armadas.

Está claro, después de los últimos sucesos en Bolivia, que hay grupos que no buscaban elecciones transparentes, sino solamente la cabeza de Morales, ya que él mismo anunció la convocatoria a nuevas elecciones después de que la OEA presentara los resultados de la auditoría.

Es lamentable el regreso en América Latina de prácticas que ya parecían olvidadas, como por ejemplo la tutela de las fuerzas policiales y militares de los procesos políticos que determinan la vida democrática de un país.

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