Máxima tensión en Medio Oriente. Anoche la República Islámica atacó dos enclaves militares estadounidenses en Irak. Teherán afirma que hubo más de 80 muertos. Según Washington, no murió ningún soldado. “Todo está bien”, tuiteó el presidente Donald Trump.
La escalada militar entre Estados Unidos e Irak llegó anoche a su nivel de máximo peligro luego de que el régimen iraní bombardeara con 22 misiles dos bases norteamericanas en territorio iraquí, como respuesta al asesinato por parte de Washington del general Qassim Suleimani, ni bien comenzó el año.
«Les dimos una bofetada, pero lo importante es terminar con la presencia de EE.UU. en la región», dijo hoy el líder supremo de Irán, Alí Jamenéi.
Lo que hasta el momento no ha sido difundido con certeza, al menos de parte de Washington, es si el ataque dejó o no víctimas mortales y heridos. El gobierno iraní afirma que el bombardeo dejó unos 80 militares norteamericanos muertos y centenares de heridos.
No obstante, el presidente Trump tuiteó anoche que “Todo está bien”, y que su país cuenta con el poderío militar más avasallante del mundo “por lejos”.
Tampoco está claro si Washington volverá a responder al ataque mediante una nueva incursión militar, lo cual se irá dilucidando en el transcurso de las próximas horas.
En realidad, el origen del conflicto en la región se remonta a marzo de 2003, cuando el gobierno de George W. Bush invadió y ocupó Irak, argumentando que el entonces régimen de Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva, lo cual nunca logró ser probado por la comunidad internacional.
Esa presencia dejó como pesada herencia la presencia de miles y miles de soldados estadounidenses en Irak, profundizando así severamente el enfrentamiento entre musulmanes chiitas y suníes.
A partir de entonces, Irán ha jugado el rol de nación pivot en la región, galvanizando el descontento del mundo musulmán por la intervención del imperio estadounidense en una región tan polémica como violenta.
