Los ex jerarcas de la SEN bajo la administración de Fernando Lugo pretendieron interrumpir el juicio oral en su contra alegando posibilidad de “contagio” del COVID-19. El tribunal rechazó de plano la pretensión de los acusados por lesión de confianza.
Chicanas sin fin. En su desesperación por evitar ser alcanzados por el brazo de la Justicia, Camilo Soares y Alfredo Guachiré han apelado a todos los recursos chicaneros imaginables. Sus argucias lograron dilatar una década el comienzo del juicio oral por el célebre caso de los “coquitos de oro”, cuando estaban a la cabeza de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), en la era de Fernando Lugo.
A comienzos de este mes, el juicio también fue postergado porque pidieron que el tribunal que los está juzgando declare la prescripción de la causa. Los magistrados (Juan Carlos Zárate Pastor, Héctor Capurro y María Fernanda García de Zúñiga) denegaron esa pretensión, alegando que la dilación se debió a la actitud chicanera de los encausados, no a una causa atribuible a la Justicia en sí misma y su administración.
Ayer, en otro acto que podría ser definido como desesperado, pidieron que nuevamente se corte el juicio por temor a ser “contagiados por el coronavirus”. El tribunal de sentencia volvió a rechazar el pedido.
Los magistrados les tuvieron que explicar que la propia acordada dictada esta semana por la Corte Suprema de Justicia, establece que las actividades del Poder Judicial quedaban suspendidas, con excepción de los juicios orales que ya se encontraban en desarrollo.
Al parecer, tanto Soares como Guachiré están en pánico porque las declaraciones de la mayor parte de los testigos, muchos de ellos funcionarios de carrera de la SEN, los incriminan abrumadoramente, demostrando que sí hubo lesión de confianza en la adquisición de víveres para distribuir a personas afectadas por situación de vulnerabilidad.
