21.4 C
Asunción
viernes, mayo 3, 2024

Marito apostó por la vida

Más Leído

El apoyo del Presidente a las recomendaciones del Ministerio de Salud es una clara defensa de la vida por encima del cálculo económico.

La pandemia del coronavirus ha puesto a los gobiernos del mundo ante una falsa alternativa: priorizar la vida o salvar la economía. Los que priorizan la salud sostienen que la cuarentena total es la única barrera que tenemos hoy frente al Covid-19. Por su parte, muchos actores económicos rechazan el confinamiento y el paro de la producción, ya que se trata de un golpe nunca antes visto a la economía mundial, que conlleva pérdidas multimillonarias.

Sobre esto debemos decir que se trata de una falsa alternativa. La salud y la economía no son elementos separados uno del otro. No puede haber producción, empleo, creatividad, oportunidades, desarrollo de los talentos, clima de negocios si la población que debe cumplir el rol protagónico en el mercado está amenazada de muerte. Nadie sale a comprar, al cine, de vacaciones o al restaurante si sabe que corre riesgo su vida o la de sus seres queridos.

En este sentido, resultan incomprensibles los llamados a volver al trabajo, como si nada estuviera pasando, de parte de referentes empresariales como Pedro Fadul, Marco Trovato y otros representantes de los gremios empresariales. Resta por saber si estos personajes expresan estas ideas por un simple instinto de lucro o si son realmente conscientes del peligro al que quieren exponer al pueblo paraguayo.

Reformulemos: el mercado no está compuesto de algoritmos sino de personas, y éstas necesitan tener salud, seguridad y bienestar, de ellos y de sus familias. Por este motivo, la supuesta dicotomía no puede sino resolverse por el lado de la protección a la vida.

Ésta fue la posición que primó en la decisión de extender la cuarentena total hasta después de la Semana Santa, que hoy tomó el Presidente de la República contra la presión de los grandes grupos económicos del país.

El apoyo de Mario Abdo al Ministro de Salud, Julio Mazzoleni, por sobre su equipo económico, es una clara victoria del Estado nacional frente a poderosos intereses económicos, que ni siquiera en tiempos de pandemia piensan en la necesidad de construir una comunidad nacional más robusta, capaz de contener a los más necesitados.

Lo más perverso del argumento anti-cuarentena es que utilizaron de manera cínica a miles de trabajadores informales que actualmente están padeciendo necesidades, aludiendo que por ellos solicitaban el levantamiento de las medidas sanitarias. Cuesta creer esta repentina preocupación de parte de un empresariado que nunca formalizó a sus trabajadores, que siempre les pagó salarios de hambre y que rechaza cada intento de mayor justicia tributaria.

Con justa razón se habla del derroche en el gasto público y los beneficios de muchos políticos. Ese reclamo es legítimo y los mismos deben ser recortados, salvaguardando a todo el personal de blanco y de seguridad. Pero de lo que nunca se habla es del inmenso gasto tributario, es decir, lo que el Estado deja de percibir en pago de impuestos de parte de millonarios inescrupulosos que buscan la manera legal de evadir sus obligaciones. Para ponerlo en números, solo en devolución de impuestos en 2018 el Estado gastó más de 2,6 billones de guaraníes (478 millones de dólares). Por otra, parte según la SET, sólo el 2% de los inscritos pagaron el IRP. Esto sin mencionar las ridículas cargas impositivas que pesan sobre los grandes frigoríficos y las multinacionales que exportan nuestras materias primas.

Además, es urgente que la misma firmeza de los Lince para hacer cumplir la cuarentena se aplique también a los especuladores de bienes de primera necesidad, empezando por los dueños de las grandes cadenas de supermercados. También es urgente que se agilice la puesta en práctica de todos los recursos que ya cuenta el Estado para contener socialmente a la población.

No podemos seguir escondiendo que el agujero negro de la falta de recursos es debido a los exorbitantes privilegios de un empresariado que siempre ha vivido de los contratos públicos, de las grandes licitaciones dirigidas, de las exenciones tributarias y del trabajo de miles de paraguayos y paraguayas a los que les pagan miserias y se rehúsan a formalizar. Este sector, catalogado como «burguesía fraudulenta» por el prestigioso economista Juan Pablo Herken, se niega a aportar un solo guaraní en este momento de urgencia que atraviesa la patria.

Las élites económicas y políticas de nuestro país deben entender que la pandemia de coronavirus reposicionó el rol del Estado nacional en todos los países del mundo. En el corazón del capitalismo el Estado nacionaliza empresas estratégicas, asume el control del sistema sanitario, impone la producción de bienes urgentes, recorta dividendos a los bancos, otorga créditos blandos, congela pagos y deudas, entre otras medidas de fuerte intervención.

La gran recuperación de la iniciativa gubernamental paraguaya no debe desaprovechar el momento histórico y debe ir por el fortalecimiento del Estado, debe utilizar esta coyuntura para apuntalar su mayor presencia en todo el territorio nacional, con más seguridad, más salud, más educación, más y mejores servicios públicos. Siempre poniendo en primer lugar la vida y el bien común.

Más Artículos

Últimos Artículos