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viernes, abril 19, 2024

Las voces de Casola

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Hoy, Paranaländer, en su envío cultural diario, recuerda al escritor Augusto Casola -fallecido este jueves 18- quien dejó como legado una importante obra literaria. A través de ella, nuestro columnista rememora su juventud, en un emotivo movimiento que da cuenta de cómo el arte impresiona en la vida.

Por: Paranaländer

A raíz de la muerte del escritor paraguayo Augusto Casola (nombre de pluma de César Augusto Domínguez Casola, 1944-2020), acaecida este jueves 18 de junio, emborroneo estas líneas, no necrológicas precisamente, sino quizá memorabilísticas.

Hay que volver a los años 80, época de mi adolescencia, de lecturas incipientes y tempestuosas, en que yo me jactaba de ser casi el único lector de mi barrio, Santo Domingo de Guzmán (con ese nombre inquisitorial qué se podía esperar), Lambaré, hasta que un buen día, un compinche del fútbol de los fines de semana, que no resaltaba por sus habilidades con el balón sino por tener dos jóvenes hermanas -de arrobadoras cabelleras color trigo, que les daban un aura de italianas-, recién mudado al barrio, me mostró su modesta biblioteca, de la cual fui prestando algunos títulos, entre ellos recuerdo sobre todo Historia de dos ciudades (Dickens) y  el libro del ahora finado Casola, El laberinto (1972), a la sazón tío del vecino puahu.

De la novela, primera en la obra de Casola, aún recuerdo que había ganado un concurso que tenía a Ana Iris Chaves como presidente del jurado, y que su protagonista Susana (sí, es una novela narrada por un hombre y su protagonista es una mujer, joven, con problemas) pasa al sexto curso de bachillerato, quiere seguir la facu…Pero se entera que quedó embarazada. Es 1972. “Parece que van a poner agua corriente en el barrio…que está bastante cerca del centro” (aporte de dato sociológico-urbanístico de Asunción  de hace casi 50 años).

El libro salta del fluir de conciencia de Susana a la tercera persona sin mayores trámites. Es un libro muy ágil y visto hoy, encaja perfecto entre La musarañas (1973) e Yvypóra (1970), su predecesor antropológico y su sucesor ultra-experimental (está más cerca de la obra maestra de Ruiz Nestosa, por el uso desenfadado del monólogo interior, pero Casola volvería hacia Rivarola Matto es decir, el habla popular, posteriormente, con Tierra de nadie-ninguém, 2000), digamos, esquematizando con trazos muy gruesos, entre el pasado y el futuro de la novela paraguaya.

Las vueltas de la vida, una muerte lleva a un libro, éste a un recuerdo juvenil, prístino, que a su vez nos reenvía inmediatamente a la vida, la memoria incandescente, el yasuka rendy de los pai tavytera, la escritura.

Se puede leer la novela de Casola, El laberinto, en este enlace: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-laberinto–2/html/ff504000-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html

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