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lunes, mayo 6, 2024

Son del corazón

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En su columna de hoy, Paranaländer recuerda el mundo pre-pandémico de las bienales artísticas y los recovecos de Asunción, comentando los trabajos de la artista argentina Valeria Anzuate.

Por: Paranaländer

Antes del cierre de las actividades artísticas y que el mundo se virtualizara literalmente fui a la III BIENAL INTERNACIONAL DE ASUNCIÓN y vi a dos misioneras (de Misiones, Argentina) realizando un ritual que dejó en mí las siguientes palabras. Lo recuerdo muy bien, después nos juntamos en un banquete de empanadas de mandioca y ñoños, cuando me despedí de ellas paré con poca inspiración en uno de los bancos de la antiguamente conocida como Plaza Anticomunista (o El materialismo tratando de atrapar al idealismo, según un finado amigo filósofo), con tan mala suerte que fui noqueado por Morfeo y desvalijado por la buena gente proudhoniana que la frecuenta (Tema para otra columna: ¿la ex Plaza Anticomunista es en sí somnífera, hipnagógica, bostezante, aburrida?)

Este ritual de Valeria Anzuate junto a Julia Rossetti insinúa dos cosas antagónicas, contradictorias. Primero, una entidad universal, el corazón bordable y/o cercenable, que pasaría por todos los pechos y vestimentas del mundo. Segundo, que las palpitaciones de ese corazón cuando se han particularizado en mi pecho, o más metafóricamente, en mis emociones, cuando me humaniza, en otras palabras, vemos y comprendemos que las emociones son apenas momentos álgidos, fiebres de vida, situaciones que duelen en el corazón…No son máscaras ni vestimentas (en ese sentido negativo que connotan tales términos), ojo, no son suplementarios entonces, meros sucedáneos, ni siquiera metáforas, es que cada evento vital necesita un tipo de bordado, de enfoque cardiaco, por decirlo de alguna manera, cada choque necesita su coraza, cada batalla su estrategia de fagocitación o metabolización (cortar o coser).

En suma, en el primer sentido, hay solo un único corazón o fuente vital, que se actualiza en casos particulares, individuales.

En el segundo sentido, cada situación existencial exige la creación o invención de corazones concretos y específicos.

La cajita que atesora los corazones, o de donde afloran nuevamente, no significa una intercambiabilidad universal, una recursividad sin fin, un amoralismo pragmático o vacío. Más bien hay que verlo como esos gusanos del hiperespacio (o reservorio de almas de los guaraníes) que conectan dos esferas temporales o mundos paralelos, la plataforma de salto cuántico a nuevas realidades.

Otro video (“Corazón kurepa”) de la perforwoman misionera Valeria Anzuate aquí:

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