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domingo, mayo 5, 2024

La cuestión agraria para los fundadores del marxismo (Parte 2)

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En un interesante estudio, Martín Duarte prosigue su reflexión sobre la cuestión agraria para la tradición marxista. Reconstruye el debate entre el líder de la revolución rusa, Lenin, y uno de los «purgados» por Stalin, Chayanov.

Una vez presentadas las tres vías por las que la tradición marxista ha analizado el desarrollo del capitalismo en el sector rural, el foco de los próximos párrafos será la cuestión campesina, la economía agraria de subsistencia y sus posibilidades de supervivencia en el contexto del avance de las relaciones de producción capitalistas.

El análisis de Lenin: proletarización de campesinos pobres.

Desde una aproximación esquemática del marxismo se postula como inevitable la destrucción de la economía de subsistencia, por el avance de las relaciones capitalistas de producción en el agro.

Por ejemplo, Lenin (1870 – 1924) planteó la gradual desaparición de la economía campesina de subsistencia a causa de una creciente diferenciación social del campesinado, dividiéndose ineluctablemente entre campesinos ricos y pobres. Para el líder de la revolución rusa de 1917 algunos campesinos pasarán a formar parte de la burguesía rural, mientras que otros estarán destinados a vender su fuerza de trabajo en el mercado laboral.

Lenin analizó cuidadosamente la cuestión campesina, dadas las características específicas de la sociedad rusa, que presentaba un «atraso» respecto al desarrollo capitalista en el resto de Europa.

 

Subyace en la visión de Lenin la idea clásica del marxismo de que el capitalismo, en su desarrollo, requiere de la formación de trabajadores libres, esto es, expropiados de sus medios de producción.

Para comprender esto debemos considerar la noción de diferenciación social del campesinado y su distinción simple entre campesinos ricos, medios y pobres. En el texto, A los pobres del campo. Explicación a los campesinos de lo que quieren los socialdemócratas, Lenin escribe: “De aquí que lo más seguro sea clasificar a los campesinos ricos, medios y pobres atendiendo al número de caballos de que disponen”.

Como podemos ver, el autor se centra en la inevitabilidad de la proletarización de los campesino pobres, cuya implicancia inmediata es la destrucción de su economía de subsistencia y el reemplazo de la explotación en pequeña escala por una de gran escala. La hipótesis de fondo es que el capital necesita para su reproducción no una economía basada en el consumo doméstico, sino más bien la producción de mercancías destinadas al mercado.

Por lo tanto, opera como una premisa histórica del capital la subsunción del trabajo -en este caso particular del campesinado- a su única lógica de reproducción.

La respuesta de Chayanov.  Equilibrio entre autoexplotación  y consumo familiar.

Aleksandr Chayanov (1887-1937), fundador de la agronomía social, polemiza con la conceptualización teórica de Lenin, es decir se posiciona en contra de la idea de una superación progresiva de la economía campesina de subsistencia por obra de una supuesta inevitable penetración de las lógicas mercantiles de producción.

Chayanov se especializó en el estudio de la unidad económica campesina.

 

Chayanov parte de que cada sistema económico debe ser analizado en su especificidad, es decir, pone en cuestión la pretensión de una teoría universal económica, basada en las categorías de la economía capitalista (salario, renta, ganancia, etc). Así, niega dicho esquematismo y afirma que existen modos vivientes de producción que no pueden ser asimilados directamente bajo las categorías mencionadas.

En Sobre la teoría de los sistemas económicos no capitalistas, Chayanov afirma:

En el pensamiento económico no podremos avanzar tan solo con las categorías capitalistas, porque una región muy vasta de la vida económica […] se basa no en una forma capitalista, sino en la forma completamente diferente de una unidad económica familiar no asalariada.

Concluye Chayanov que al estar ausente la categoría de salario, cae también la categoría de ganancia, derrumbándose todo el edificio conceptual del que derivan.

En la producción campesina se trata, entonces, de una racionalidad no capitalista como fundamento de dicho proceso productivo… En ésta rige, por lo tanto, otro concepto de remunerabilidad. En este sentido, lo que se postula es una ley que describe los impulsos subjetivos que incitan a producir a los campesinos, consistente en un equilibrio entre la demanda de consumo de la unidad familiar y la fatiga. Es decir, el campesino producirá lo necesario para alcanzar un equilibrio entre la autoexplotación y el producto de su trabajo.

De este modo, como sostiene este teórico campesinista: “el grado de explotación lo determina un equilibrio peculiar entre satisfacción de la demanda familiar y fatiga de trabajo”

Esta perspectiva busca poner de manifiesto que se trata de una unidad económica que no utiliza trabajo asalariado, que privilegia la explotación del trabajo familiar, y que no se rige por la ganancia capitalista, sino más bien tiene como objetivo lograr un óptimo [equilibrio] entre autoexplotación  y demanda familiar de consumo.

Ahora bien, dicho óptimo está determinado cualitativamente y subjetivamente, dependiendo en gran medida de la diferenciación demográfica. Esto quiere decir que el equilibrio depende del número de familiares capaces de trabajar, el número de familiares que no pueden trabajar pero que hay que alimentar, etc. Se trata, pues, de una unidad económica que es, a la vez, de producción y de consumo.

Como se puede observar, Chayanov discute con la teoría de la diferenciación social del campesinado expuesta por Lenin, ya que para él no se trata de una estratificación entre campesinos ricos y pobres, sino más bien de una ampliación o disminución de la fuerza productiva de cada unidad familiar, la cual responde a sus propios ciclos biológicos.

En otras palabras, una unidad familiar campesina compra nuevas tierras o arrienda en función de lograr el equilibrio entre fatiga y demanda. Si su familia crece, buscará nuevas tierras para aprovechar en un óptimo la fuerza de trabajo familiar. Luego, naturalmente, cuando la unidad familiar decrece -al separarse sus miembros y formar nuevas familias- esto se traduce en una reducción de las tierras disponibles para labrar.

En resumen, de acuerdo a Chayanov lo que hay es una diferenciación demográfica, mas no una de tipo estrictamente «social».

Hay que recordar que estos debates se dieron en un momento político en el cual se planteaba el futuro de la economía nacional rusa en pleno proceso revolucionario. Se especulaba con el rol que debía jugar el campesinado como potencial actor político en el futuro de la revolución.

Asimismo, pueden mencionarse como testimonio de dicha preocupación las cartas de Vera Zasúlich (1849-1919) a Karl Marx (1818-1883), donde se explora si es absolutamente necesario pasar por el capitalismo para llegar al socialismo, lo cual implicaría la destrucción del sistema de comunas rusas como organización de la producción colectiva. La respuesta del fundador del marxismo fue ambigua, pero da a pensar que las comunas podrían reinventarse para subsistir en un contexto de avance de las relaciones de producción capitalistas.

 

Vera Zasúlich fue una escritora y revolucionaria rusa, partidaria del llamado populismo ruso.

 

Frente a una mirada esquemática que reduce las singularidades históricas de los modos de producción específicos a simples momentos deficitarios dentro de una teleología de la historia, Chayanov busca, en cambio, revocar una historicidad lineal, un supuesto devenir que iría subsumiendo todas las formas no capitalistas al imperio inexorable del capital, dejando entrever un tiempo histórico de simultaneidades más complejas.

Actualidad del debate Lenin/Chayanov

El debate ha excedido el contexto histórico y político en el cual ha surgido y es reactualizado en el presente. Se trata, en última instancia, de explicar la subsistencia de la economía campesina.

Los autores Archetti y Stölen pueden ser importantes para seguir pensando esta problemática. Según estos, la economía campesina se basa en la maximización de la subsistencia del grupo doméstico, privilegiando la fuerza de trabajo familiar antes que el trabajo asalariado.

Es necesario entender que lo distingue a la economía campesina es el hecho de que no hay una acumulación sostenida de capital. Esto puede ser explicado por dos razones, siguiendo a Marx y Chayanov respectivamente. Por un lado, el campesino no computa su fuerza de trabajo en el costo de producción, por lo cual parte del valor es transferido a la sociedad. Así, parte del excedente producido por el campesino es transferido al consumidor o los capitalistas urbanos, lo que Lehmann llama la plusvalía campesina. Por otro lado, siguiendo a Chayanov, no hay acumulación de capital puesto que una vez que la unidad familiar alcanza el óptimo entre fatiga y consumo no tiene necesidad de producir mayores excedentes.

En fin, lo que distingue al campesinado es la falta de un proceso sostenido de acumulacion de capital:

Nosotros diríamos que todos los productores domésticos, independientemente del tipo de bienes producidos o del lugar de residencia, en tanto no acumulan capital y el ingreso anual retribuye el trabajo familiar son productores simples de mercancías (Archetti & Stölen)

Archetti y Stölen afirman que “el límite real entre campesinos y no campesinos está constituido por el criterio de acumulación de capital”.

Así, el campesino queda definitivamente desligado de la figura del farmer, puesto que “un farmer […] es un productor que combina trabajo doméstico y trabajo asalariado y que acumula capital, lo que permite, en un lapso significativo, ampliar el proceso productivo aumentando la productividad el trabajo”. Es decir, no sería ni campesino, ni capitalista, sino simplemente farmer, como modo específico de producción.

Por su parte, David Lehmann pone en cuestión los dos modelos teóricos expresados por Lenin y Chayanov, marcando sus límites.

En primer lugar, Lehmann sostiene la idea de que una economía natural autárquica de subsistencia no es aplicable a la mayoría de los países subdesarrollados, puesto que están en íntima relación con otras instancias como el mercado y el Estado.

Así también, la idea de una progresiva proletarización de la fuerza laboral es puesta en entredicho. Lehmann observa que Lenin no contempló las relaciones entre la economía natural y la economía capitalista. Al poner el énfasis en un análisis de clase dejó de lado el análisis al nivel de la empresa campesina y sus múltiples relaciones con distintas instancias capitalistas de la economía.

Chayanov por su lado, haciendo énfasis en el nivel de la empresa, no logra dar cuenta de la verdadera diferenciación de clase al interior del campesinado:

Las diferencias se centran en el contraste entre la hipótesis de Lenin de la finca campesina como economía natural, y por lo tanto un modo de producción que en sí mismo a largo plazo no podrá coexistir con un modo de producción capitalista, y el concepto de Chayanov de la finca campesina es un tipo distintivo de empresa que puede ser encontrado en una vasta gama de modos de producción, aunque siempre en una posición subordinada. Por consiguiente, donde Lenin escribe una teoría acerca de la penetración del capitalismo dentro de la formación social considerada como un todo, Chayanov escribe la teoría de un tipo particular de empresa.

Lehmann, entonces, propone un nuevo enfoque que supere a ambas concepciones, en el cual se tomen en cuenta las relaciones entre la economía capitalista y la economía campesina, a través de mediadores como el mercado o el Estado.

Es decir, se trata de captar en su complejidad -superando las categorías clasificatorias osificadas (capitalista-feudal)- las condiciones que posibilitan la reproducción de la economía campesina en la sociedad, esto es, cómo la empresa campesina entra en relaciones con el mercado y la lógica estatal, cómo se extrae la plusvalía del campesinado a otros sectores de la sociedad, todo un haz de relaciones complejas que van más allá de las clasificaciones dicotómicas capitalista-feudal y que logran dar mayor cuenta de las condiciones de posibilidad de reproducción de la economía campesina.

La cuestión campesina en América Latina

Por otro lado, en la misma problemática, en Campesinistas y descampesinistas. Tres enfoques divergentes (no incompatibles sobre la destrucción del campesinado (primera parte), Ernest Federer da un esbozo de las discusiones vigentes en México sobre la persistencia o desaparición del campesinado.

En el debate entre campesinistas y descampesinistas, Federer separa la categoría de campesinado en dos grupos: minifundistas y asalariados rurales sin tierra. El contexto en que se dan estas discusiones es la penetración en la agricultura subdesarrollada del capital y la tecnología extranjeros comandados por las grandes empresas agroindustriales internacionales.

Este proceso de expansión gigantesca del capital transnacional en los países subdesarrollados va acompañado por el rol activo del Estado y un conglomerado de instituciones económicas, sociales y filantrópicas etc.

La pregunta que subyace al proceso tiene que ver con el impacto social, político y económico de estas instancias capitalistas en la economía de subsistencia de los dos grandes grupos: minifundistas y asalariados rurales sin tierra.

De acuerdo con Fererer, ante este panorama, los campesinistas mexicanos “argumentan que una agricultura capitalista necesita explotar a un sector numeroso de minifundistas, ya sea mediante la apropiación del excedente que se origina en sus parcelas […] ya mediante la explotación directa de la mano de obra barata”.

O sea, se plantea que la expansión del capitalismo requiere de la regeneración constante de los minifundistas para la extracción del excedente producido por los campesinos, lo cual reactiva el funcionamiento capitalista global. Es como si en su proceso de expansión, el capital doblega al mismo tiempo que habilita la reproducción de la economía campesina en virtud de los excedentes de que se apropia. Resulta, pues, ventajoso para el capitalismo agrícola la persistencia del campesinado como fuente viva de excedentes significativos.

En el otro lado de la discusión se encuentran los descampesinistas, quienes “sostienen que los minifundistas están en vías de desaparición y que la eliminación o la extinción de los campesinos por parte del capitalismo supone su transformación en asalariados sin tierra, es decir, en un proletariado rural en sentido estricto”.

Por lo tanto, se trata de dos posiciones teóricas divergentes que tienen en común una problemática práctica de la actualidad latinoamericana del campo, es decir, la persistencia o inevitable desaparición del campesinado como actor económico, social y político frente a una gigantesca ofensiva del capital transnacional que apunta a saquear los recursos agrícolas de los países subdesarrollados.

Actualidad del enfoque chayanoviano.

Por último, para finalizar, es relevante rescatar algunos comentarios realizados por Jan Douwe Van Der Ploeg desde un enfoque chayanoviano.

En primer lugar, la agricultura debe ser entendida como coproducción, es decir, como encuentro entro lo social y lo natural. Se trata de entender la práctica de la agricultura como un proceso dinámico y constante de transformación mutua del hombre y la naturaleza viva. Distintos modos de gestionar los balances de la agricultura se traducen en prácticas institucionales, es decir, hay interacción permanente entre la naturaleza y la sociedad.

En resumidas cuentas, Van Der Ploeg analiza la heterogeneidad propia del campesinado bajo la luz de la coproducción y las distintas estrategias y decisiones adoptadas por la granja familiar en el proceso de producción. Es a partir de los balances entre hombre y naturaleza viva, producción y reproducción, recursos internos y externos, etc, que las granjas campesinas desarrollan distintas estrategias para resistir las coacciones del mundo social en el cual está incrustado.

Frente a un análisis descampesinista, en el cual se postula la inevitable proletarización de la fuerza laboral del campo, el autor analiza las distintas potencialidades que contiene en sí la organización de la producción en las distintas y heterogéneas granjas campesinas.

La agricultura, pues, debe ser concebida como un arte, una habilidad del campesino para lograr un equilibrio entro los distintos balances y lograr así la reproducción de sus medios de subsistencia. Entonces, es el carácter maleable de la agricultura lo que le otorga el fundamento de su resistencia, reproducción, reformulación en un campo de luchas por la defensa de nuevos comunes, en un contexto general donde operan la lógica mercantil, estatal y propietaria.

Van Der Ploeg, en este sentido ofrece una renovación de los presupuestos de Chayanov para dar cabida al análisis del pasado, presente y futuro del campesinado.

Imagen de portada: Lenin y Chayanov

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