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jueves, marzo 28, 2024

El traje es único en Michelstaedter

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Paranaländer nos presenta a Carlo Michelstaedter (1887-1910), filósofo y dibujante nacido en Italia y de nacionalidad austrohúngara, quien luego de terminar su tesis de licenciatura decidió suicidarse, a los 23 años. Su obra, editada de manera póstuma, trata de lo que para él es una ética de vida: su concepto de «persuación».

Por: Paranaländer

«Debes enfrentar la vida como un asunto serio y nunca te rindas. Ya no espero por mí mismo nada. Elegí morir […] mi vida ha sido toda una tragedia desde que mi tío a la edad de once años me violó».

Nadia Baraden. La judía rusa anarquista, suicidada usando dos métodos, el veneno y el revólver después, a la que conoció en Florencia como su alumna particular de italiano, que según la leyenda le propinó la idea fundamental de su filosofia al joven natural de Gorizia, Carlo Michelstaedter (1887-1910), la persuasión.

Para Carlo hay unos persuadidos históricos: Parménides, Heráclito, Empédocles, Cristo, Sófocles, Simónides, Petrarca, Leopardi. «Persuasión», aclara Michelstaedter, «no es un proceso sino una persistencia: resistir. Y resistir es diferente para todos […].La única forma para aquellos que permanecen es su fuerza. Su fuerza para no ser esclavo del futuro, para mantener la vida en el presente».

La persuasión y la retórica, la tesis de licenciatura publicada póstumamente en 1913, 3 años después del suicidio con pistola del joven de 23 años,  Michelstaedter.

A continuación les dejo dos fragmentos de su obra principal y de otro breve libro.


«Entonces ¿por qué quieres recorrer precisamente el camino que te conduce más lejos de tu meta? Dime, si tú fueras con el traje de otro a un encuentro amoroso, y poseyeras la mujer del otro, de modo que tú supieras que cada caricia suya estaba dirigida a él y que el nombre invocado por ella lánguidamente fuese el suyo y no el tuyo‐ dime si, prescindiendo de la satisfacción física, te daría la sensación de poseerla. ¿O te parece poseer la mujer que pagas porque se te ofrece, como se le ofrece a otros que pagan en cualquier ocasión?»

(La persuasión y la retórica, 1913)


«Nino- Carecer de todo sí, desearlo todo –esta es la vida. Que si no nos quisiéramos en el futuro, sino que lo tuviéramos todo en el presente, justamente no viviríamos más- Aunque existan los placeres, es la injusticia, el dolor, lo que nos mantiene alejados de la muerte, etc. Por tanto, multiplícalos, mientras haya tiempo. Se vive de buen grado, es decir se quiere vivir –como el agua quiere lo bajo, y sin forma alguna cae, discurre, se filtra, con tal de descender– ¿y dónde se detiene, y cuándo, para que sin impedimento sea suficiente el descenso?

Pero mientras desciende goza.

RicoPero en cada punto de su bajada puedes imaginarla detenida, con un infinito deseo de bajar más ¿Dónde está entonces la satisfacción?

Nino- Pero el mismo bajar es dulce en cualquier instante, como es dulce ver la naturaleza, aunque no sé saciarme de verla, y es dulce para mí la comida, aunque en breve tenga de nuevo hambre. Y esta es la satisfacción»

 (El diálogo de la salud, 1912).

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