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jueves, mayo 2, 2024

Unas que pasan

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Derian Passaglia publica hoy en El Trueno un poema en el que se presenta un extenso catálogo de perfiles de Tinder.

*

 

El celular ensordecedor entre mis manos aullaba.

Altas, petisas, flacas, gordas, chetas, rochas, hippies:

todas las pibas en ocho kilómetros a la redonda

pasaban por el dedo índice arrastrando el like.

Las que posaban con boca de pato

las que reían en un boliche junto a sus amigas

las que se describían con la frase:

“lo esencial es invisible a los ojos”

las que viajaban por Venecia o por Bangkok

las que mostraban el culo en tanga

las tetas apretadas en bikinis

las que ofrecían su sonrisa en primer plano

las que se habían teñido el pelo de violeta

las artys-cool con los brazos tatuados

las que sostenían un cartel orgullosas

bañadas en huevo y harina y yerba

las que confiaban en el horóscopo

las que se describían como locas

como sinceras, como atípicas

las que dejaban bien en claro

desde un primer momento:

“si buscás sexo, seguí de largo”

las que nunca miraban a cámara

con la vista fija en el horizonte

en el mar, en una montaña

las que venían de otros países por algún tiempo

a practicar español, a completar un máster

a pasear por la capital exótica de un país exótico

las que estudiaban en la Fundación Barceló

curiosamente la mayoría brasileñas

de hermosos y tupidos rulos

las que avisaban que eran chicas trans

y no por eso había que sarparse

las que mentían con la edad

las que se sacaban fotos frente al espejo

las que buscaban una relación seria

las que aparecían con lengua y orejas de perro

bellas ninfas con lengua y orejas de perro

quebrando la cintura ante el lente

vestidas con sus perfectos jeans blancos

las pocas que estudiaban en Filosofía y Letras

las muchas que iban a la FADU

las que hacían teatro, danza o circo

las que se sostenían en el aire colgadas

de un caño de pole dance

las que se mataban en el gimnasio

las que avisaban: “me hice Tinder para no usarlo más”

las que felices se mostraban

con la camiseta de su equipo de fútbol

con el impresionante marco de una hinchada

una bandera, un césped verde detrás

las que modelaban en alguna agencia

las que consignaban su estatura para filtrar gente

uno setenta y siete, uno ochenta, uno ochenta y cinco

las que fumaban faso, las que no tomaban

las que usaban una vincha

las que preferían el pasto y el aire libre

las que tenían uno o dos hijos pero advertían

que no querían hablar de sus hijos

las que despreocupadas vestían crocs

las que fumaban con los ojos cerrados

los pelos al viento y una latita de speed

las que andaban en rollers por Palermo

las que acariciaban un perro enorme de raza

las que miraban al gato de soslayo

las que sostenían un libro abierto

las que se sostenían la cabeza

con una mano en la pera

las que coincidían en intereses comunes:

El mató, Bestia Bebé

Vin Diesel, Eterna Cadencia

Frank Kafka, David Lynch, Los del fuego

Las aventuras del Gato Moncholo

La mágica, Breaking Bad

las que segregaban personas

según su identificación política:

“votantes de Macri, abstenerse”

“si sos kirchnerista mejor ni lo intentes”

las que vivían a menos de una milla de distancia

las que meditaban sentadas

con los ojos cerrados y en canasta

las que posaban con el título

las que posaban con el sobrino

las que posaban con una hamburguesa de tres pisos

las que estaban más buenas que un feriado puente

las que estaban más fuertes que el aguinaldo

las que utilizaban como un recurso

la segunda persona del singular:

“no me interesa tu plata”, “no me invites

al boliche, invitame una cerveza”

“charlame y vemos qué pasa”

“me chupa un huevo tu signo zodiacal”

las que eran fans del cine de terror

las que eran gamers

las que jugaban juegos de rol

las que jugaron en Nueva Chicago de cinco

las que careteaban con que eran colgadas

las que clavaban mate, sonrisa y gorrita de New York

las que tomaban sol en la pileta

las que se iban de mochileras por el norte

las que saltaban en la salina

las que eran multidisciplinarias: tocaban el banjo

andaban en bici, fotografiaban la ciudad

como pasatiempo make up

como profesión peluquería

las que abrazaban un kilo de helado

las que abrazaban un oso de peluche gigante

las que abrazaban el aire de Europa

las que casual style caminaban por la calle

las que conocía de la vida real

las que aprovechaban el ascensor como escenografía

las que bailaban tango

las que bailaban danzas árabes

las que bailaban en la comparsa

las que fueron a ver un partido de la NBA

las que tenían puesto un antifaz

las que flasheaban fotos en blanco y negro

las que anunciaban sus gustos

como si compusieran un breve poema:
“arte

dibujo

música

mollo

spinetta

campo

birra

mates

simpsons

asado

chocolate”

las que se tiraban en paracaídas

las que tiradas en la cama simulaban un cuadro barroco

las que recorrían el desierto en motocross

las que besaban la cabeza de una llama

las que salían siempre en el mismo baño

las que paraban en el cordón de la vereda

con una latita de cerveza en la mano

las que cumplían el sueño

de viajar por el mundo hispanohablante

las que debajo del agua no abrían los ojos

las que rasgaban una guitarra apoyadas sobre un árbol

las que misteriosas no mostraban la cara

las que le daban lindo al escabio

las que priorizaban la exhibición de tatuajes

las que apoyaban la suela del zapato

sobre un mural en la Quinta Avenida

las que se impulsaban en una hamaca

las que llenaban de memes su bio

las que pelaban shorcito y guantes de box

las que generaban desconfianza con una foto sin luz

las que abrían la boquita apenas

las que hacían fuck you

las que soplaban una vela de cumpleaños

las que dirigían una orquesta

las que se pusieron un sombrero mexicano

las que enroscaron una serpiente en su cuello

las que paseaban entre girasoles campestres

las que hacían dedo en la calle de un pueblo tétrico

las que desfilaban por una alfombra roja

las que pintaban un cuadro al óleo

las que exigían un chico lindo que les muestre la ciudad

las que enseñaban a los padres

las que vivían de joda en joda

las que me hicieron googlear “piercer” y “serendipia”

las que no revocaban la pared

las que se apoyaban sobre el capó de un auto

las que cargaban en el brazo una tabla de surf

las que pedían silencio con el dedo índice en la boca

las que bajaban escaleras de la facultad

las que no ocultaban su parecido con famosas

las que se calzaban el barbijo y la cofia

las que aparecían en todas las fotos con el novio

las que destacaban alguna cualidad:

el frondoso pelo, los ojos claros, un perfil fino

las suaves manos, las piernas esbeltas y lisas

una nariz respingona, el cuello largo

las que cruzaban a la isla en lancha

las que se divertían tomando champagne

entre pibes musculosos en un yate blanco

bajo el sol caliente del río Paraná

las que obstaculizaban el paso

sentadas en medio de la vereda

las que se expresaban por medio de remeras:

Pink Floyd, Star Wars, Gun’s and Roses

las que tiraban un paso de cumbia

las que apuntaban al cielo con un rifle de dos caños

las que alimentaban un loro de colores

las que cepillaban un caballo de carrera

las que inclinaban el cuerpo sobre una mesa de pool

las que representaban un aborto

sentadas en el inodoro

las que amaban untar la palta

las que acampaban en una montaña

las que cocinaban pasta para otros

las que llegaban a tocarse la nariz

con el dedo gordo del pie

las que escuchaban música en alemán

las que blanqueaban estar de trampa

las que proponían pagar el telo mitad y mitad

las que miraban a través del asa del termo

las lindas, las feas, las capas, las bobas, las veganas.

A todas ellas: ¿no las veré más que en la eternidad?

Ignoro de dónde son, adónde van,

¡yo que las hubiera amado,

y ustedes nunca lo supieron!

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