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miércoles, mayo 8, 2024

Ypuru y canto (porai) entre los guaranies según Hélène Clastres

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En esta oportunidad, Paranaländer nos propone una reflexión a partir de la obra de la antropóloga Hélène Clastres (Francia, 1936) y el poeta griego Homero (VIII a.C.).

Por: Paranaländer

Entresaqué dos ideas del clásico libro de Hélène Clastres y una de ellas la cotejé con Homero.

Mito Del Diluvio: el pensamiento guaraní según Hélène Clastres queda sintetizado en este mito del diluvio que destruye el yvy mba’emegua (la tierra mala –la de los hombres y el orden social). Karaí Jeupié al olvidar las reglas de la vida de la comunidad provocó el diluvio y el cataclismo era necesario para restaurar el orden por él comprometido. La Tierra sin mal (el yvy mara’ey –el universo de los dioses y la negación del orden) vive como promesa para el mby’á. Los dos mundos están separados pero son permeables‚ asequibles no simultáneamente pero sí sucesivamente, sobre todo para los elegidos (los porangue’i – que significa la etimología “conjunto –kué- de aquellos que son bellos‚ adornados –porã-”).

Canto: Qué paradójico puede ser Homero. Hay algo más osado, más espantoso, más increíble, que ilumine cual sol invernal el destino humano, que ese pensamiento que se halla en Homero:

Los dioses resolvieron e impusieron a los hombres la ruina para que las generaciones posteriores la cantaran.

Es decir, que sufrimos y sucumbimos para que no les falte tema a los poetas, y así lo ordenan precisamente los dioses de Homero, a los que parece importar mucho el solaz de las generaciones venideras, pero demasiado poco nosotros, los presentes. ¡Qué tales pensamientos se le pasaran por la cabeza a un griego!.

Entre los apapokúva-guaraníes había una jerarquía de acuerdo a los dones chamánicos:

  1. aquellos que no poseen ningún canto
  2. que poseen uno o varios cantos –prueba de que tienen un espíritu auxiliar.
  3. la de los chamanes propiamente dichos, los pajés, tienen derecho al título de Ñanderu (Nuestro padre) y Ñandesy (Nuestra madre)
  4. solo los hombres pueden acceder a esta categoría, la de los grandes chamanes, cuyo prestigio los lleva a convertirse en verdaderos dirigentes políticos. Solo ellos pueden dirigir la gran danza de la fiesta del maíz (Nimongarai, porque al quinto día reproducían el ritual del bautismo). Son los karais (señores) según grafía de Hélène Clastres, karaivas los llama Susnik.

Eran tan apreciados los cantores que los tupi renunciaban a veces a comerse un prisionero de guerra si era un buen cantor (Soares de Souza apud Hélène Clastres)

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