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domingo, mayo 5, 2024

Politólogo especializado en la ANR: «El núcleo duro cartista es importante para el Partido Colorado, ¿pero es suficiente?»

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La redacción de El Trueno realizó una entrevista exclusiva a Fernando Martínez Escobar sobre la situación de la ANR de cara a los compromisos electorales del próximo año. Él es un politólogo paraguayo, docente de la Universidad de Buenos Aires, que se encuentra terminando una importante tesis doctoral sobre el funcionamiento de nuestro sistema de partidos en el periodo democrático.

La trayectoria académica de Fernando Martínez Escobar es vasta. Se destaca por ser uno de los pocos investigadores que está realizando una tesis doctoral con eje en la ANR, lo que lo convierte en un gran estudioso de su dinámica.

Actualmente es Profesor de Ciencia Política en el Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires; también se desempeña como docente de “Líderes y Liderazgos de América Latina” en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Es Investigador del CONACYT, Máster en Acción Política y Participación Ciudadana en el Estado de Derecho por la Universidad Rey Juan Carlos, la Universidad Francisco de Vitoria y el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid-España; y abogado por la Universidad Nacional de Asunción. Además, participa de grupos de investigación CLACSO, UBACyT, GESP, entre otros. Su área de investigación se centra en el funcionamiento del sistema de partidos de Paraguay entre 1989 y 2013.

El Trueno: La semana pasada se inscribió el movimiento “Concordia Colorada”, con el patrocinio del presidente Abdo y el expresidente Cartes. Sin embargo, al día siguiente se volvieron a inscribir Colorado Añetete, Honor Colorado y una serie de otros movimientos. ¿Es posible limitar el internismo colorado?

Fernando Martínez-Escobar: Es esperable que suceda eso y vayan apareciendo otros movimientos más. El diseño del sistema electoral paraguayo funciona como un incentivo para generar una competencia interna al interior de los partidos políticos; de hecho, así lo vino haciendo desde la década del ‘90, por lo que a priori se encuentra esto como una información conocida y compartida por todos hace más de treinta años. ¿Frente a qué? Frente a la voluntad de una parte de la élite partidaria que quiere cambiar esta inercia institucional y que se ha valido de otro recurso político institucional, las bancas que tienen en el congreso para acorralar a Abdo. Pero Marito obviamente no es todo el Partido Colorado.

Entonces, bajo esta perspectiva tenemos dos recursos en pugna.

Por un lado, la inercia institucional que son las reglas de juego conocidas y ciertas que sustentan la decisión de crear movimientos y que actúa como un recurso importante para que hasta los movimientos más pequeños puedan negociar desde una posición de fuerza relativa. Todo esto frente a la voluntad incierta y cambiante de una parte de la cúpula que ve a la otra parte como bajo una aparente actitud de capitulación.

Pero por otro lado, si tomamos los datos de la encuesta de “El Trueno”, también podemos ver esta pugna desde otra variable. En esa encuesta se afirma que el 35 por ciento del electorado se resiste a “la operación cicatriz”. Estos porcentajes son una fuerza potencial a ser canalizada, aunque es diversa y está dispersa frente a un movimiento cartista más compacto. En este caso, el núcleo duro cartista es importante, pero ¿es suficiente? Y en todo caso, en términos de fuerza política, lo necesario no es la unidad de todos, sino la unidad mínima ganadora, ya que es “esta unidad” la que promete mayores ganancias.  Por lo que la pregunta sería ¿para qué deberían estar todos?  Y si existe el riesgo que no estén todos, entonces ¿por qué no crear o mantener movimientos internos?

Finalmente, los movimientos internos sirven; ya sea para ser parte de la unidad mínima ganadora o para mantener una porción del poder, porque el sistema proporcional del Paraguay de disputa al interior de los partidos así lo permite. Entonces ¿por qué no usar este recurso institucional? No es lo mismo ser el número 40 de la lista que encabezar tu propio movimiento.

Así que es perfectamente lógico ver a los movimientos internos inscribiendo sus candidaturas. Tienen recursos institucionales electorales a disposición. ¿Por qué no van utilizarlos?

ET: Se afirma siempre que el sistema político paraguayo está diseñado para que los partidos tradicionales funcionen con facciones internas, ¿a qué se debe esto? ¿es imposible entonces la idea de una unidad pre-electoral?

FME: Es correcto, como decíamos, el sistema electoral paraguayo es un fuerte incentivo que estimula la competencia interna partidaria. En este sentido es un recurso importante. El sistema electoral reparte proporcionalmente las fuerzas, entonces ¿por qué dejar toda la decisión del reparto del poder político institucional en manos de un sólo movimiento?

El problema de Abdo es cómo continuar con su gobierno hasta el final. Pero eso ya lo sabemos desde el año pasado. La rápida capitulación de Añetete dejó huérfanos a varios liderazgos que inicialmente podrían haber tenido proyección nacional, es decir, si Abdo hubiese al menos llegado a los tres años con fuerza. Pero él fue derrotado por el cartismo antes de cumplir un año en el gobierno y no se recuperó. La “operación cicatriz” parece simplemente un nuevo peldaño del frustrado juicio político del 2019.

Entonces, lo que está desdibujado en este momento, al interior de la ANR, es una propuesta nacional alternativa al cartismo, pero por debajo se van creando movimientos internos, incluso Añetete inscribió su propio movimiento. En este sentido las reglas del sistema electoral son una póliza de seguro institucional que obliga a negociar hasta al más fuerte.

Además, ni Cartes pudo (o no quiso) mantener la unidad dentro de su propio movimiento; él mismo se valió de las reglas del sistema electoral para dirimir el reparto de posiciones. Si hacemos un poco de memoria, vamos a recordar que en elecciones pasadas había varias listas de Honor Colorado compitiendo entre ellas. Estaba Honor Colorado A, Honor Colorado B, Honor Colorado C, Honor Colorado L…

Es posible que Cartes esté buscando este modelo para la ANR, una especie de pirámide, un movimiento nacional que actúe de paraguas y varios movimientos locales, pero ¿qué va a pasar con los liderazgos de proyección nacional? ¿por qué no utilizarían el recurso de las reglas electorales como elemento de fuerza si ven que van a quedar en una posición menor a la que creen tener derecho?

ET: Algunos politólogos advierten que si la ANR deja de tener un oficialismo y una disidencia internos, la oposición tendrá el monopolio de la crítica, y que eso afectará las posibilidades del coloradismo para presentarse de vuelta como alternativa en 2023. ¿Compartís ese punto de vista?

FME: Hasta acá uno de los motores de la ANR fue su capacidad de presentarse como oficialismo y oposición al mismo tiempo. Si miramos para atrás, ese modelo no dejó de funcionar por lo menos desde la convención colorada de 1984, cuando Stroessner quiso promover el ascenso de Mario Abdo (Padre) a la segunda vicepresidencia del partido. En ese momento el mismo Stroessner recibió el rechazo de una parte del partido que más tarde se agrupó bajo el tradicionalismo colorado; y acá viene lo interesante, ya que fueron las bases coloradas a través de los líderes de las seccionales las que empezaron emitir comunicados públicos en los diarios de la época contra la elección de Abdo padre, que en última instancia era un desafío a la decisión de Stroessner. En términos históricos, ésta fue la primera raíz visible de la disputa entre Militantes y Tradicionalistas que se hizo evidente para todos luego del atraco a la convención de 1987 y que terminó con el derrocamiento de Stroessner en 1989.

La dinámica del Partido Colorado, durante los años ‘90, mostró siempre un movimiento opositor interno con proyección nacional capaz de asegurarse reglas distributivas de poder primero, para luego usarla más tarde. De hecho, la disputa entre Argaña y Rodríguez tiene mucha responsabilidad en la construcción de la regla de juego de la no reelección presidencial. El Partido Colorado mirado como unidad tenía la fuerza en la constituyente del ‘92, pero terminó distribuyendo el poder, más para asegurar a cada sector una parte del poder político institucional que por buenas o malas intenciones.

Entonces, el movimiento tradicionalista colorado contribuyó (con una parte de las FFAA) a derrocar a Stroessner, cerró las puertas a la reelección presidencial de Rodríguez y con esto a todos los presidentes que vinieron después. Incluso, en términos económicos, uno puede recordar el intento de privatización de Yacyreta en 1995 entre Menem y Wasmosy. En este caso fue el mismo Partido Colorado, a instancias del argañismo y del sindicato de la ANDE SITRANDE, el que promovió una resolución oficial en la que el Partido Colorado se opuso a la privatización e instruyó a sus parlamentarios a votar contra la venta de esta hidroeléctrica.  Así que la arena de competencia interna de la ANR ha sido realmente importante en el juego político y económico del país.

¿Va a renunciar la ANR a esta tradición? ¿Es acaso un acto de decisión posible? ¿Cuánto pesan las instituciones en esta decisión? Y en todo caso ¿Cuánta fuerza es necesaria para cambiar esta senda?

ET: ¿Hay algún antecedente en la historia del Partido Colorado de la unificación total de sus fuerzas internas?

FME: Desde la depuración que sufrió el Partido Colorado entre fines de los años 50 y comienzos de los años 60, la ANR se mantuvo bastante unificada dentro del país hasta la resolución número 3 del VI Congreso de la Juventud Universitaria Colorada, realizado en la ciudad de Villarrica del 1 al 5 de agosto de 1984. Aunque durante ese período la disidencia colorada –la que había sido depurada y expulsada- estuvo activa en el exilio. La oposición en el exilió volvió en 1989 y se integró al gobierno de Rodríguez, incluso algunos de ellos, como es el caso de Galaverna, siguen muy activos.

Pero si hablamos desde 1989 en adelante, no. La competencia interna de la arena colorada fue formateando al propio funcionamiento del sistema de partidos del Paraguay e incluso fue contribuyendo a una competencia política que terminó alejando a las FFAA del poder político institucional.

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