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domingo, abril 28, 2024

De qué trata The Wife

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Derian Passaglia vio la película The Wife en Netflix y nos presenta aquí una reseña hecha enteramente con spoilers.

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Por: Derian Passaglia

Vi por Netflix la película The Wife (2017), dirigida por Björn Runge, un director sueco que dirigió otras tres. The Wife tuvo nominaciones al rubro mejor actriz en los Oscar, Globos de Oro, BAFTA, Critics Choice Awards e Independent Spirit. Solo ganó en los Globos de Oro de 2019. Al recibir el premio la actriz habla emocionada: “Estoy pensando en mi mamá, que se entregó totalmente a mi padre toda mi vida. Y cuando tenía 80 me dijo: ‘siento que no he conseguido nada en mi vida’. Y eso no estaba nada bien. Lo que siento que he aprendido de esta experiencia es que las mujeres hemos sido cuidadoras. Es lo que se espera de nosotras. Tenemos a nuestros hijos y a nuestros maridos, si somos afortunadas. A nuestra pareja, a quien sea. ¡Pero necesitamos sentirnos realizadas! ¡Tenemos que seguir nuestros sueños! Tenemos que decir: ‘¡yo puedo hacerlo!’ Y se me debería permitir hacerlo”. La actriz es la de Cruella de Vil en los 101 dálmatas; el actor, que hace del papel de escritor que recibe el Premio Nobel, es el Papa de Game of Thrones. Esta reseña va a contar de qué trata la película. Lector, lectora, contiene spoilers. Se van a evitar los juicios de valor porque son innecesarios.

El esposo es un boludo. Trata a la esposa como si fuera la secretaria. Cuando están acostados le pide tener sexo como si estuviera pidiendo la cuenta en un bar o si saludara a una cajera del supermercado. La esposa no quiere, no tiene ganas, no la calienta. Pero acepta entre risas ser penetrada un instante, quizá para conformarlo, hasta que se da cuenta que no tiene sentido lo que están haciendo y lo aleja con una mano también entre risas.

A la mañana siguiente suena el teléfono de línea: ¡el esposo ganó el Premio Nobel! Saltan en la cama agarrados de la mano. Del otro lado del teléfono, se escucha una voz que habla en inglés con acento extranjero y le comunica a la esposa que mantenga alejado al esposo del teléfono porque seguro van a empezar a llamar periodistas y gente que lo puede estresar.

Cuando llegan a Suecia al esposo lo tratan como a un diplomático. Los buenos modales de la alta literatura son admirables. Al esposo, flamante Premio Nobel, le comunican fechas y horas de reuniones. A la esposa se le acerca una señora que le dice que pueden ir de compras y que quizá esté interesada en saber dónde conseguir productos de belleza mientras su marido está ocupado. La esposa sonríe por lo bajo, mira al suelo y a su esposo, no está cómoda y se sostiene fuerte con las dos manos de la cartera.

Resulta que esta pareja tiene un hijo, aspirante a escritor, que viajó con ellos a recibir el premio. Es más boludo que el padre. Parece una joven promesa de la literatura que ya tiene como cuarenta años y está escribiendo la saga de Crepúsculo o la va a protagonizar. Le pide aprobación al padre sobre las cosas que escribe, y para el padre, flamante Nobel de Literatura, al hijo siempre le faltan cinco para el peso. El hijo se viste con una campera de cuero negra como un adolescente tardío. En la suite del hotel de Suecia donde descansa el padre antes de la premiación, el hijo agarra un jarrón y se pone a jugar pasándoselo de mano en mano. Al padre esto lo irrita.

Cuando la esposa se queda sola en la suite, afloran los recuerdos a través de una nuez. En la nuez estaba escrita una dedicatoria. Esta nuez es como la magdalena de Proust, la hace volver al pasado y se produce un largo flashback.

Ah, a todo esto, antes de viajar a Suecia, en un brindis por el Nobel, entre periodistas y personalidades del ambiente literario y cultural, el esposo da unas palabras. Agradece en último lugar a su esposa, que le acomoda el cuello de la camisa y le pide a otro que lo pare, que no lo haga hablar de más porque está diciendo cualquier cosa.

En el largo flashback, en la década de los sesenta, el esposo era un joven profesor de éxito; la esposa -que todavía no era esposa- una simple estudiante que quería ser admitida en la Universidad. El profesor la hace pasar a su oficina. Le dice que leyó su novela y que tiene talento. Ella está nerviosa. Él la sigue elogiando, pero le hace una crítica. Le dice que sus personajes no se sienten reales. Ella trata de justificarse, él redobla la apuesta y le pide que su personaje, por ejemplo una señora de alta sociedad, tenga sentimientos, sueñe, sufra, se apoderen de ella los miedos, se tire pedos. Ella le dice:

-La señora de la alta sociedad diría que los pedos se los tiró la mucama.

Se ríen. Ahí él piensa que ella tiene talento, se le acerca, le pregunta qué va a hacer el sábado a la noche y ella le dice que nada. Le pregunta, contra todo pronóstico, si quiere trabajar de niñera en su casa mientras su esposa y él salen a divertirse.

Ella se enamora de ese profesor que habla de literatura en clase como si fuera un pastor brasileño dando una charla TED. Aunque tiene esposa, los dos saben que su vida es un desastre y se enamoran y empiezan una vida juntos, desde abajo. Viven en una casa rodante como Stephen King con su esposa Tabitha antes del éxito de Carrie. Ella consigue trabajo limpiando en una editorial.

En la editorial justo están buscando escritores: negros, judíos, lo que fuera por pegarla con un autor que venda. Ella recomienda a su esposo, el joven escritor que abandonó su vida y se casó con una alumna.

Él estaba muy ansioso por escuchar la opinión de ella sobre su novela. Se fumó un atado de puchos entero antes de llegar a casa. Ella le dice, en un tono muy grave y enfrentados en la mesa, que la novela está muy bien pero que le falta desarrollo a los personajes. Él se frustra, se pregunta si ella lo ama, le dice que se supone que lo tiene que admirar. Ella lo consuela y le dice que no se preocupe, que ella puede modificar un poco la estructura de la novela, cambiarle cosas acá y acullá.

A todo esto, en la presentación del libro de una escritora que viste de negro y tiene un peinado pomposo, le dice a la esposa, a la joven esposa, que no se gaste en escribir porque las mujeres nunca llegan lejos, todo lo deciden los hombres: quién se publica, quién no se publica, quién tiene éxito. En la concepción estética e ideológica de esta escritora, lo único que necesita el escritor son lectores. La esposa se frustra, se da cuenta que nunca va a llegar a nada.

La película gira en torno a esta cuestión: la esposa escribió todos los libros y el que tuvo el reconocimiento y la gloria fue el esposo, que encima es un boludo.

Cuando recibís el Premio Nobel de Literatura comés en el restaurante de un hotel cheto de Suecia mientras los mozos te miran desde lejos, pero comés solo, ni tu esposa te quiere, porque te mira desde lejos mientras le tirás onda a la fotógrafa, como le pasó al esposo. Le tiene ganas a la fotógrafa, y ella lo sabe, y la esposa también lo sabe.

Para recibir el Premio Nobel de Literatura hay que inclinarse tres veces ante el rey como si uno hubiera conquistado un continente lleno de indios cruzando un océano. Inclinarse ante el rey de Suecia porque escribiste libros y te gusta la literatura jaja. En el ensayo de la premiación, ante el rey, el esposo no lo soporta porque se siente indispuesto, o porque sabe que en el fondo es un fracaso, que ese premio lo merecía su esposa, y pide permiso para ir al baño.

En el medio hay un biógrafo dando vueltas que quiere escribir sobre la vida del flamante Premio Nobel. Cada vez que lo ve cerca, el esposo lo espanta como a las moscas. No quiere saber nada con la biografía ni menos con este crítico pesado. Este biógrafo es importante, porque como un Lussich de la vida del Nobel sabe sus más oscuros secretos: sabe que la esposa escribió todos los libros y sabe de las infidelidades del esposo. Está dispuesto hasta sus últimas consecuencias a conseguir esa confesión de boca de la esposa. Como un Lanata del ambiente cultural, sabe que lo que hay entre el esposo y la esposa es una asociación ilícita. Él pone la firma, ella la imaginación.

La esposa y el biógrafo se encuentran en un bar. Él la tienta, la seduce, sabe que ella está ahogada en la relación, que quiere hablar, contar su verdad. Pero no cede. No confiesa. Es el día de la premiación del Nobel y llega a la suite del hotel un poco copeteada, mientras el esposo se hace el nudo de la corbata para la ceremonia. Se escandaliza de que su mujer tenga olor a vodka y encima de día. ¿Dónde estuvo? ¿Qué estuvo haciendo? Ella le dice que no la trate como a una nena. Lo quiere dejar, ya está harta de él. No sabe cómo. Pero encuentra una excusa: al esposo se le cae una nuez del bolsillo con la que intentó levantarse a la fotógrafa. La nuez es un símbolo y es el método de seducción del esposo y es el título de su obra maestra. Le regala a las chicas que se quiere levantar, como hizo en el pasado con su antigua esposa, una nuez con un autógrafo. Un goma total. Cuestión que la nuez se cae al piso, él la levanta, ella se la pide, él no se la da, forcejean. Cuando la esposa le saca la nuez descubre la mentira: había escrito una dedicatoria para la fotógrafa. Acá se rompe algo.

Pero las cosas se recomponen inmediatamente porque llama la hija al teléfono de línea de la suite y les da la noticia más maravillosa: fueron abuelos. La emoción la sensibiliza a la esposa, que se deja arrastrar a los brazos del esposo, quien trata de convencerla y de enseñarle la hermosa vida que tienen juntos. No vale la pena, a esta altura del partido, separarse por una supuesta infidelidad que nunca existió…

Se realiza la ceremonia de premiación. Me divierte esta parte. Agacharse ante un rey para recibir un premio no debe ser nada fácil. A mí me daría cosa. ¿No debería estar ya esa cabeza separada de su cuerpo por el filo de una guillotina? Antes de inclinarme ante el rey le diría que pida perdón por no haberle dado el Nobel a Borges, y ahí sí, en medio del solemne acto, me bajo los pantalones y le muestro el culo en donde me escribiría sobre las dos nalgas: ARGENTINA. El esposo se inclina ante el rey sin problemas. A veces este escritor me hace pensar en Vargas Llosa. Siento que deben compartir una misma sensibilidad. En el discurso de premiación, el esposo agradece a su esposa por ser su inspiración, su musa, la que estuvo siempre, la que todo soportó. De todos los libros que le escribió no dice ni media palabra. Ella, en la mesa real, se levanta para aplaudir y muerde bronca.

En el final, el hijo, el aspirante a escritor, sabe que su papá es un farsante porque se lo contó el biógrafo. Esposo, esposa e hijo se reúnen los tres en la suite después de la premiación. El clima es tenso. El hijo arrincona al padre y le pregunta cómo pudo haber esclavizado a su mamá tantos años. El padre, el esposo, el flamante Nobel de Literatura, no sabe qué hacer, le dice que ella solo corregía. La esposa se indigna, ¿cómo que solo corregía? Se da cuenta, un poco tarde, que su esposo no la reconoce. El hijo, ya enterado de que toda su vida giró en torno a una mentira, no soporta la vergüenza, porque él tampoco la verdad que nunca escuchó a su madre, y se va.

Quedan esposo y esposa en la suite. Ella lo va a dejar. Está decidida. Su traición es imperdonable. Él trata de hacerla entrar en razones, pero no quiere, ya no, escuchar a su ex marido. Se va a buscar la ropa para armar la valija y, cuando vuelve, el marido, flamante Premio Nobel de Literatura, está sufriendo un infarto. Muere. Sus últimas palabras fueron:

-¿Me amás?

-Sí, sabés que te amo -le dice ella.

-Siempre supiste mentir muy bien.

En el avión de vuelta a casa se siente liberada. El biógrafo va en el mismo avión y se acerca porque quiere hablar con ella. La esposa le dice: si publicás que yo escribí los libros de mi marido te mato. En realidad, le dice que lo va a demandar. El biógrafo se va asustado. Una azafata le dice: qué buena pareja hacían. Ella se queda pensando, y pregunta al aire: ¿cómo? No hay respuesta. Ni de la azafata ni de la esposa, que abre un cuaderno con hojas en blanco.

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