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viernes, mayo 3, 2024

Frédéric Pagès, la filosofía y las mujeres

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Paranaländer escribe sobre el francés Frédéric Pagès, periodista, escritor y profesor de filosofía. En esta ocasión, reseña su pensamiento sobre la relación controvertida que tiene la filosofía respecto de las mujeres.

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Por: Paranaländer

Frédéric Pagès dio una conferencia en 2006 llamada “El botulismo explicado a las damas” y que luego se editó en forma de libro como “Filosofar o el arte de cerrar el pico a las mujeres” (Mille et une nuits, 2006).

En ella J-B. Botul, filósofo oral divulgador del botulismo, se burla sangrientamente de este oficio de hombres, criaturas viriles que jamás lloran, siempre simulan seriedad y saberlo todo. Repasando los hitos canónicos de la filosofía llega a la conclusión de que su meta última es -esto tomarlo con distanciamiento crítico, cum grano salis- mantener tapada la boca de las mujeres. Un ejemplo, cuando en una conversa entre Onfray y Nicole Garcia, se pregunta quién de los dos es el filósofo.  Pues la directora de cine contesta Pagès, por su manera de abordar la realidad, sin aspavientos ni engolamientos verbales.

Frédéric Pagès es autor de varios libros de ensayo filosófico de tono humorístico (entre los cuales están las ediciones del filósofo ficticio Botul). Es además profesor de filosofía de secundaria, periodista de “Le canard enchaîné y, bajo el seudónimo de «Fredo Manon Troppo», es cantante del grupo de rock «Milestones» (ex «Pompidou’s Dead»).

 

Siguen extractos del desopilante libro (merci bocu Google translate).

«Ya, en la escuela de Pitágoras, una mujer llamada Théano advirtió a sus hermanas:

Conviene que la misma palabra de una mujer contenida no sea para todo el mundo y que ella tema y tenga cuidado, como desnudarse frente a extraños, para hacer oír su voz. En la voz, de hecho, se manifiesta el sentimiento, el carácter y la disposición del hablante».

«Hablar en público es desvestirse. El hombre no necesariamente ve en esto un problema: hablar en público es para él una forma de competir en virilidad.»

«Por ejemplo, la famosa «charla» de las mujeres, que tradicionalmente causaba problemas a los filósofos, es bienvenida en Freud. Dime querida Señora, cualquier cosa que se le pase por la cabeza ... ´   De hecho, una de las razones centenarias para cerrarles el pico fue que dijeran lo que se les ocurriera. Con el desperdicio de lenguaje, Freud hace oro, dijo Botul. En efecto, Freud hace miel con ese balbuceo.»

Muy impresionado por estas palabras, Botul deriva su cuádruple principio:
  1. La filosofía es una forma masculina de refuerzo.
  2. La filosofía es una discusión "entre chicos", a través de los siglos.
  3. La filosofía es un club que huele a puros y viejos.
  4. Las mujeres pueden ser admitidas pero con un comodín ("invitación especial")

«El filósofo es un «chef» que esconde sus cocinas y asistentes: mujeres, esclavas. Quiere quedarse solos en la luz».

Aquí hay un resumen de sus críticas al salón Queylard:

– «El entrevero es de fachada. Pasaron unos minutos y hombres y mujeres se separan y hablan sobre diferentes temas. – Los hombres quieren la última palabra. – Los invitados se cortan entre sí. – Comemos mal, no bebemos nada».

«No fue hasta Sócrates que apareció la idea de que las lágrimas, manifestación de un derramamiento heroico, eran indignas de un filósofo. Por eso, se advierte a las mujeres: aquí, no lloramos. Nosotros discutiendo, articulamos. El contrato filosófico dice lo siguiente: Ustedes son admitidas en el club, señoras, pero con la condición de no gimotear».

«¿Pero entonces vemos llorar a los filósofos? No. Aunque, en escarbando en sus biografías, todavía encontré dos ejemplos: Alain, quien confesó que leer ciertos libros le provocó `un rocío de lágrimas´. En cuanto a Gaston Bachelard, miembro de un jurado de la Sorbona que, en la década de 1950, aprobó un examen para adultos, se encontró frente a un candidato mayor que, en vez de hablar, empezó a llorar. Bachelard a su vez tenía lágrimas en los ojos, Luego declaró a Jean Guitton, quien relata la escena: vamos a darle diez y medio, eso es lo que todos nos merecemos».

«En filosofía, no fue hasta 1905 cuando la primera mujer obtuvo la agrégation (certificado a través de un concurso para ser docente), una tal Mademoiselle Baudry. Y los demás, ¿dónde están? Están ahí y en enjambres, ¡pero en pintura! Solo tienes que mirar hacia arriba. En las paredes de la Sorbona, ¡qué alegorías femeninas del estilo pompier (académico) más bello! Así, en el gran anfiteatro, el fresco de Puvis de Chavannes, pintor `neoclásico´, de veinticinco metros de largo, representa el Estudio, laica virgen retozando en el Bosque Sagrado en compañía de ciencia, historia, retórica y sus otros amigos».

«Es filósofo quien es considerado digno de tal por otros filósofos».

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