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viernes, abril 26, 2024

Está Rocky en Netflix

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Lo mejor de Rocky, la de 1976, es que le pasa el trapo a cualquier película con pretensiones independientes de mostrar barrios bajos sin caer en el paternalismo, el subrayado, la corrección política o la superioridad involuntaria que da el hecho de representar lo que se considera oculto a la mayoría

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Por: Derian Passaglia

Subieron a Netflix Rocky, una de las mejores sagas de películas jamás filmadas. Hace algunos años me propuse ver la saga entera y quedé fascinado, sobre todo con la primera, la original de 1976. Después vinieron las secuelas y Rocky pasó de héroe anónimo a ícono de la cultura popular; esa primera película no solo me parece la mejor de la saga, sino que en su momento, cuando la vi por primera vez, y también por segunda, me hizo llorar. Rocky tenía todos los elementos para que cualquier persona con aspiraciones de cualquier tipo en la vida pudiera identificarse. Salvo para los ricos y multimillonarios, porque esos ya no tienen aspiraciones, sino solamente necesidad de controlar el status quo.

Rocky es un tipo que se hace de abajo, un self made man. Encarna el prototipo del sueño americano: un pobre chico, italiano de los bajos fondos de Filadelfia, que quiere convertirse en el mejor. La metáfora de la película es también literal, de manera que no es necesario pensar en metáforas, o mensajes ocultos, eso corresponde a las lecturas posteriores de esta obra maestra del séptimo arte, porque Rocky para convertirse el mejor tiene que pelear, tiene que entrenar duro, se tiene que levantar a la madrugada y correr por el barrio, y tiene que correr gallinas en un corral hasta agarrarlas, como en pequeño cuadrilátero rural, y tiene que tomar la clara de seis huevos apenas se despierta, así de un saque, como viene. No es fácil la vida de Rocky, nadie dijo que el camino a la grandeza fuera fácil, y Rocky lo sabe porque es pobre y quiere escapar de esa condición de la que solo se puede escapar con suerte.

Rocky tiene suerte, es verdad. El mejor boxeador de todos, Apollo Creed, busca un contrincante desconocido para su próxima pelea, ya que el boxeador con el que iba a pelear se rompe la mano. Apollo Creed elige a Rocky por su sobrenombre, que le causa gracia: el Semental Italiano. A su agente también le causa gracia, todos se ríen de Rocky. No tiene chance. Pero Rocky lo tiene a Mickey, su entrenador, y la tiene a Adriana, su novia, y también tiene todo ese pasado de miseria y pobreza al que no está dispuesto a volver, un poco como Maradona cuando jugaba a la pelota: no estaban dispuestos a que les arrancaran el pan de la boca. Apollo Creed es un canchero y Rocky no se deja vencer, pelea con la fuerza del espíritu.

Lo mejor de Rocky, la de 1976, es que le pasa el trapo a cualquier película con pretensiones independientes de mostrar barrios bajos sin caer en el paternalismo, el subrayado, la corrección política o la superioridad involuntaria que da el hecho de representar lo que se considera oculto a la mayoría. Cada rincón oscuro y maltrecho de Filadelfia aparece en una naturalidad esplendorosa, el humo de las alcantarillas, los borrachos y los vagos, los pibes de la esquina, los bares de mala muerte, la sensación de peligro que sobrevuela cada esquina. Es el barrio de Rocky, los vecinos, los amigos, la gente que ve todos los días. Rocky vive en ese lugar, y el barrio bajo de Filadelfia más que un entorno se transforma en una identidad para Rocky, que parece llevar el barrio como una marca en cada gesto, en cada mirada.

Las siguientes películas de la saga bajan un poco el nivel. Rocky III tiene un alto tema, y a pesar de que es del 82 se vuelve más videoclipsera, más rápida, Rocky ya tiene autos de alta gama y está medio careta. El Rocky IV, de 1985, es el mítico Rocky de la Guerra Fría, en la que enfrenta a Iván Drago y donde logra, como ninguna otra persona en el mundo, que coreen el nombre de un estadounidense en suelo soviético. Si algo le faltó siempre a la Unión Soviética fue poder de representación, un arte que pudiera ser la expresión de la libertad y no de la adscripción a determinados preceptos, como lo fue el realismo socialista. Rocky les estaba mostrando el arte a los soviéticos. Rocky V y Rocky Balboa, la VI, son menos conocidas. Tengo especial cariño por la V, me parece que fue subvalorada. Con el agotamiento y la vejez del personaje principal llegó el momento de pasar el trono, y en Creed y Creed II, Rocky se convierte en entrenador del hijo de Apollo Creed, interpretado por el actor Michal B. Jordan, que acaba de ser elegido por la revista People como el hombre más sexy del 2020.

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